Queremos recordar en estas líneas a una de las personalidades más singulares e independientes de los últimos años dentro del mundo intelectual gaditano. Nos referimos a Fernando Puelles y Puelles, quien perteneció por origen a la burguesía gaditana, pero ya desde muy pronto su comportamiento y sus ideas dejaron entrever un desclasamiento radical y rotundo.
No podía terminar este año de 2011 sin dedicar unas líneas al escritor, poeta y ensayista gaditano tristemente desaparecido, hace ahora 10 años, tras un fatal accidente de tráfico en Manilva (Málaga) el día 17 de abril de 1991.
Fernando Puelles y Puelles nació en Cádiz el 20 de marzo de 1940. Si no tuviéramos la desdicha de su desaparición tendría hoy 71 años. Parafraseamos a José Saramago, quien dice: "Es a partir de los 70 cuando se empieza a saber en la vida". En este caso, gozaríamos de un intelectual lleno de fuerza y vitalidad. Pero únicamente nos queda una obra literaria que ya sólo es quimera.
A Puelles le debemos la mejor biografía que sobre Fermín Salvochea se ha escrito hasta ahora y lamentamos profundamente la desaparición del manuscrito que sirvió de guía para la elaboración de Fermín Salvochea. República y Anarquismo, libro de 1982 que marcó un antes y un después en la recuperación de la figura del anarquista gaditano.
El mismo Puelles, en la magnífica entrevista que le realizó José Antonio Bablé en 1986 para la serie 'Escritores Gaditanos' de Diario de Cádiz, manifestó: "Yo, en realidad, a Salvochea no lo comprendo. Es algo tan desmedido, tan absoluto, que yo no puedo desenvolverme en ese terreno. Yo lo he estudiado con un enorme amor, con una enorme obsesión. Él persiguiendo las ideas y yo persiguiéndolo a él. Dos locos, vamos".
En el acto homenaje a Fermín Salvochea de 2010, dedicado de manera especial a la figura de Fernando Puelles, recordamos cómo desde 1968 hay constancia documental de las investigaciones de Puelles sobre el anarquista gaditano. También se dijo en aquella jornada conmemorativa que poco a poco Puelles se convirtió en un hijo díscolo y raro. No se refería la cita a lazos de sangre, sino al abandono marginal al que se vio sometido por las progresistas fuerzas de izquierda, donde se cambiaron lealtades y se arrojaron lastres que comenzaban a ser demasiado pesados. Con razón decía Puelles que el libro sobre Salvochea fue goce y calvario.
Posteriormente Fernando escribió un poemario en prosa titulado OscuraVoluntad (Cádiz, 1986), publicación en parte biográfica, en parte una larga reflexión sobre la condición humana. Decía Puelles en la entrevista ya mencionada: "Este libro me ha servido para soltar temas que pertenecen a mi pasado"; y nos advierte y sugiere: "Es un libro lleno de secretos, claves, motivaciones. Tardarán mucho tiempo los críticos en conocer qué quiero decir en cada capítulo". No podía imaginar el intelectual y romántico gaditano lo próxima que estaba su muerte y menos aún el olvido injusto, pero absoluto, en que terminaría su obra. El escritor José Manuel Benítez Ariza publicó recientemente en su blog 'Columna de humo' una entrada en la que lo recuerda a raíz de la presentación en la librería Quorum del libro-homenaje 65 Salvocheas, donde Fernando Puelles aparece entre los autores con un poema de OscuraVoluntad. También en ese mismo acto el poeta Jesús Fernández Palacios dedicó unas breves y emotivas palabras en su memoria. Obra en su poder una bellísima carta de amor de quien lo quiso y lo cuidó como una madre: María Loiro.
Su tercera y última obra, Los libros en la aventura del espíritu (Cádiz, 1987), está directamente relacionada con la anterior en la medida que también es autobiográfica. No obstante, el eje central gira en torno a libros y escritores tales como André Gide, Albert Camus, Henry Miller, Papini... En este volumen se expresa y manifiesta un Fernando Puelles escritor, pensador, crítico, en el que sus apreciaciones personales abarcan la totalidad del libro. Reflexiones y conflictos que este artículo no puede recoger, pero aprovechamos para reivindicar una reedición del mismo. O mejor aún, de sus obras completas.
Como "el último romántico" lo definió muy acertadamente Alberto González Troyano en otro artículo de Diario de Cádiz en 1991. Decía así: "Puelles vive en una cierta soledad, deliberada, alejado de esa sociedad del espectáculo más o menos promovida por los circuitos culturales establecidos. Fernando vivía con apego unos principios ideológicos que en aquel tiempo, y hoy más, van quedando relegados y reducidos a piezas de museo y algún marco académico". Lo que, bajo nuestro punto de vista, no es del todo cierto; ahora más que nunca, su llama sigue viva. El pensamiento que abrazó se abre paso y toma asiento en muchas de las asambleas que por barrios y plazas se celebran en España y en el mundo en los últimos tiempos. González Troyano añadía también: "Su muerte nos priva de ese espíritu de resistencia simbólica que él supo enmarcar en la consecución de una espléndida biblioteca sobre el movimiento obrero de finales del siglo XIX y principios del XX, una obra completísima y totalizadora en su especialidad". Biblioteca que, como su creador, fue ninguneada y destrozada.
Fernando Puelles no era un hombre de distinciones y consideraciones. Más bien era una persona que alimentaba el desafío contra tanto olvido interesado. Sirvan estas modestas líneas de homenaje y reconocimiento a la pérdida irreparable en el mundo intelectual gaditano.
Terminamos con una anécdota a la que nos hacía referencia José Antonio Bablé hace unos días: Los pocos asistentes que acudieron al entierro de Puelles en la Iglesia de San José estaban esperando con cierta inquietud la llegada del coche fúnebre que transportaba el cuerpo de Fernando desde Manilva a Cádiz, donde iba a ser enterrado. Por una razón o por otra, el coche no llegaba, se vencía la tarde y el sacerdote tenía que acabar con aquella espera, de modo que decidió celebrar la misa del difunto... sin el difunto. Hasta el último momento, singular y libre.
En el blog www.fernandopuelles.blogspot.com se puede leer el poema XXXIV donde explica su última voluntad, que tampoco fue cumplida. Sobre el mármol blanco están ausentes las palabras que solicitó: "Buscó, incesante, el sentido de la vida".
Juan Alarcon y Jose Luis Gutierrez Molina
sábado, 31 de diciembre de 2011
martes, 1 de noviembre de 2011
jueves, 27 de octubre de 2011
FERNANDO PUELLES: "EL NANI" -III- Por Salustiano Barea
Uno de los correos que más me ha aportado en mis indagaciones, es el de Paco Blanco, miembro de ese núcleo que se dio en llamar "clan de Alcalá":" para aquellos jóvenes de Alcalá que en los comienzos de los años setenta nos plateabamos inquietudes sociales fue nuestro maestro, gracias a su biblioteca pudimos conocer la historia del movimiento obrero y a los pensadores anarquistas y socialistas, más a los primeros". Me confirmaba la importancia ideológica en las raíces de políticos que luego iban a ser grandes "espadas" a nivel no sólo provincial, sino también regional y nacional. Y sigue diciendo Paco Blanco, al que le agradezco infinitamente su colaboración: "Con nosotros creo que sufrió una decepción, pues no esperaba que nos dedicaramos a reorganizar al PSOE. Ademas era una personalidad singular, nada convencional y su conversación culta, brillante, lúcida y con una fina ironía". Mi fascinación aumentaba pues me ayudaba a explicarme la causa de que en la Janda interior dominada por los latifundista extensivos y absentistas, donde habían ocurrido una parte los hitos más importantes de la historia del movimiento obrero europeo (Mano Negra, Casas Viejas, Malcocinado...) ahora pareciera como si se hubieran borrado todas las huellas del anarquismo. Como desde la primera república hasta la guerra civil había dominado el anarquismo y como el mismo dominio había ocurrido después del franquismo pero ahora el monopolio electoral y sindical caía en los socialistas. En ese tránsito, había un personaje clave; Fernando Puelles. Un personaje a caballo entre el franquismo y la democracia, entre su opción por las más desfavorecidos y su origen de niño bien, entre sus planteamientos anarquistas y el pragmatismo socialista dominante de este periodo político (en el que algunos de sus líderes tuvieron tanto contacto con él), entre Medina, Alcalá, Cádiz..., un hombre que tuvo muchas cosas pero que sólo quiso dejar libros, cultura e ideas... En su profundización, análisis, investigación y correcta valoración podríamos detectar lo que han arrojado por la borda en este viaje, también entender porque sólo aparecen dos entradas en Google que respondan a su nombre (a partir de ahora serán tres) o porque ese halo de misterio y silencio en torno a los Sucesos de Casas Viejas, Fermín Salvochea , ( o el mismo Fernando Puelles, el apasionante Nani. Aquel que sus reflexiones sobre su libro de Fermín Salvochea resultaban premonitorias:"Conviene, sin embargo, hacer comprender que un escritor sólo progresa en la medida que adquiere confianza en sí mismo; y retrocede -o no cristaliza- cuando es víctima de viles maquinaciones que impiden su desarrollo y afianzamiento". Pese a todo:" Creo que es una obra para la mente y el corazón, de la cual no se podrá prescindir y correrá a través de las más alejadas latitudes; para obrar creadoramente sobre el hombre". Es, por tanto, Fernando Puelles un personaje complejo, contradictorio, trascendente, fascinante, desconocido... como esta tierra misma.
FERNANDO PUELLES: "EL NANI" -II- Por Salustiano Barea
Salustiano Barea |
El Cristo, parte de la vivienda de Fernando Puelles |
FERNANDO PUELLES: "EL NANI" -I- Por Salustiano Barea
Salustiano Barea |
Salvochea por Miguel Guillen |
¿Por qué una calle al "alcalde de los pobres" en ese momento y en ese lugar?. Siempre he tenido la sensación que las actuaciones de Francisco González Cabañas como alcalde de B/CV con respecto a eventos relacionados con el anarquismo no estaban relacionadas con la filantropía. Pregunté, donde creía que me iban a dar respuesta de la causa del nombre de esa calle, la identificación de los que aparecían en la fotografía... y recibí la callada por respuesta.
Esta Navidad me tope en el libro de los Camperos de Agustín Coca, con un personaje Fernando Puelles, "Nani", que desde el principio me fascinó. Resulta que me dicen que éste alcalaino-medinense es autor del mejor libro sobre Fermín Salvochea de los que hay escritos. Me impresionó cuando leí las vicisitudes de Fernando Puelles para publicar este libro, sobre todo, porque emanaba sinceridad por todas sus palabras. Cliquea el enlace y leelo, si te interesa esta entrada. Pero dos observaciones me hicieron relacionarlo con la calle benalupense; por un lado, Fernando Puelles es considerado como uno de los mentores y padres ideológicos del famoso "clan de Alcalá socialista" (al que tan cercano siempre ha estado el alcalde de B/CV) y por otro, el libro se publicó en 1984 muy cerca de 1986 que fue cuando se inauguró la calle. Podría ser que esa fuera la causa que estaba buscando, pero ya no me interesaba, ni tampoco averiguar quien aparecen en la fotografía. Mis intereses habían mutado en "Nani" y más cuando la importancia que yo le presupongo al personaje sólo está correspondida con dos enlaces en google (donde encontramos quién es quien en este mundo mediático y consumista), cuando pongo Fernando Puelles y Puelles. Utilizando las herramientas que pone a nuestro alcance internet inicié el cambio de rumbo de la entrada. Del blog de Juan Alarcón, que su pasión por Fermín le ha hecho llegar a éste, extraigo:"Fernando de Puelles y Puelles, nació en Cádiz el 20 de Marzo de 1940. Murió en accidente de tráfico en Manilva (Málaga) el día 17 de Abril de 1991. Fue enterrado en el Cementerio Municipal de Cádiz, posteriormente sus restos fueron trasladados al Cementerio Municipal de Alcalá de los Gazules (Cádiz). Ensayista, historiador, poeta. Por encima de todo un inconformista, un rebelde. A veces prisionero, a veces espíritu libre. Nos ha legado tres libros: Fermín Salvochea, Republica y Anarquismo (1984) Oscura Voluntad (1986) Los libros en la aventura del espíritu (1987). Su obra habla por su misma, pero también existió el hombre, con su generosidad y sus limitaciones". Luego en un correo me cuenta que:" Su madre era de Medina y su padre de Alcala. Ambos ricos, pero rica de verdad la madre, que fue quien puso tierras y explotaciones al matrimonio... En mi ultima visita a Medina, hablé con sus vecinos lugareños y lo recordaban vagamente pero con cariño... La influencia intelectual de Fernando Puelles en el "clan de Alcala" fue de primera magnitud. Estos mamaron de la teta intelectual de Fernando. Fue Puelles quien les abrió los ojos de par en par sobre el antifranquimso, el anarquismo (de donde casi todos los socialistas alcalainos son originarios)".
miércoles, 26 de octubre de 2011
COLUMNA DE HUMO: DIARIO ABIERTO DEL ESCRITOR JOSE MANUEL BENITEZ ARIZA
José Manuel Benitez Ariza |
Algún editor debería tener redaños para reeditarlo.
COLUMNA DE HUMO: DIARIO ABIERTO DEL ESCRITOR JOSE MANUEL BENITEZ ARIZA
José Manuel Benitez Ariza |
FANTASMAS
miércoles, septiembre 28, 2011
Me dice M.A. que los japoneses creen que la primera luna de otoño, la que trae la lluvia, propicia también las apariciones de fantasmas. Quizá eso explique cosas como la que sigue.
Hablaba el otro día de la presencia un tanto fantasmal de Cernuda en aquel patio jerezano en el que presentamos su biografía. Y vengo hoy a este cuaderno con otra historia de presencias fantasmales, también al hilo de la presentación de un libro. La ritualidad literaria se parece mucho al espiritismo, me temo. Y es incluso más efectiva, creo, porque no hay estado de sugestión individual o colectiva que supere al que causan unas pocas palabras justas leídas o pronunciadas en el momento adecuado.
Sucedió el martes. Nos habíamos reunido en la trastienda de una céntrica librería gaditana para asistir a la presentación de un libro colectivo dedicado a la memoria del anarquista y paisano nuestro Fermín Salvochea. Pero el fantasma que hizo sentir su presencia en el acto no fue el del venerable revolucionario, sino, de refilón y como si se hubiese colado en una fiesta en la que no se le asignaba de antemano tanto protagonismo, el del erudito y maître à penser gaditano Fernando de Puelles, muerto en 1991, a los cincuenta y un años de edad, en un accidente de tráfico, y autor de una cumplida e inaugural biografía de Salvochea. Era lógico, después de todo, que el espíritu de éste no se manifestara en el acto: el viejo anarquista goza ya, por lo que se ve, de los privilegios de la canonización civil; y ya se sabe que quien disfruta de la condición beatífica no regresa a estos mundos a rondar las tristes acciones de los mortales.
Pero hablábamos de Puelles. El primer participante que evocó su presencia fue Jesús Fernández Palacios, que leyó un poema que un coetáneo de Salvochea escribió a la muerte de éste en 1907, y contó que lo había encontrado en un papel doblado que el propio Fernando de Puelles había dejado en el ejemplar de la biografía de Salvochea que el autor regaló en su día al ponente. Al preguntarle yo al respecto, Fernández Palacios me enseñó un sobre con otras reliquias del aludido: entre ellas, la esquela que el Diario publicó días después de la muerte de Puelles, y el emocionado poema que, en metro, ortografía y letra balbucientes, dedicó a éste el ama que lo cuidaba en el Cristo de la Sangre, el caserón de Medina Sidonia donde vivía... No pude por menos que acordarme de la visita que un grupo de amigos hicimos a esa casa en septiembre de 1987 por iniciativa de José Antonio Bablé, que por entonces andaba haciendo para el Diario una serie de entrevistas a escritores gaditanos: no recuerdo ahora si el propósito de nuestra visita era romper el hielo antes de concertar la futura entrevista o, por el contrario, llevarle al autor la entrevista ya publicada. Fuimos recibidos por el ama y agasajados con una historiada jarra de agua fresca en la que flotaban no sé qué impalpables telarañas, mientras asistíamos, entre fascinados y algo cohibidos, a la inagotable facundia de nuestro anfitrión, que nos habló de sus proyectos -entre ellos, una inminente boda para la que ni siquiera tenía novia todavía- y nos mostró su biblioteca, situada en una impresionante sala abovedada, en cuyo centro había una enorme mesa en la que se alineaban, entre colecciones de libros y revistas, las carpetas que contenían el exacto número de folios en blanco que iba a emplear en cada una de sus proyectadas obras por escribir, entre ellas algunas cuya inminente publicación se anunciaba en la solapa de sus libros ya publicados: la mencionada biografía de Salvochea y el hermoso dietario poético-filosófico titulado Oscura voluntad.
La edición de estos libros, digna pero menesterosa, había sido sufragada por el propio autor, en una época en la que bastaba dar un zapatazo en el suelo para que apareciera una docena de instituciones deseosas de emplear el dinero público en publicar libros de la manera más ostentosa posible... Lo que da a entender, creo, la situación de absoluta marginación en la que entonces se encontraba quien había sido mentor y maestro de buena parte de lo que se hubiera podido llamar, entonces, el sector más avanzado de la clase intelectual y política gaditana. Pero parecía como si los integrantes de ésta, apenas alcanzado el poder o sus aledaños, hubieran querido dar la espalda a quien les había abierto horizontes y perspectivas. La propia aparición de la biografía que Puelles hizo de Salvochea provocó, al parecer, no pocos recelos en el mundillo académico local, que de alguna manera sentía que le habían arrebatado una de sus presas más apetecibles.
Pero nada de eso parecía desalentar a Fernando de Puelles. Bajo la cúpula de la biblioteca del Cristo de la Sangre, entre aquellos libros -colecciones completas de "novela proletaria" y otros documentos referentes a la historia del movimiento obrero- que, según él, habían atraído la curiosidad mundial y habían sido objeto incluso de un documental de la televisión alemana, estaban sus libros por escribir, en blanco, metidos en carpetas con los folios contados: su proyectada biografía de Largo Caballero, temerariamente infratitulada: La Burocracia stalinista y la Contrarrevolución en España; o su biografía de Jesús, el Galileo... De todos esos títulos anunciados, el único que llegó a completar fue el que se llamó -así, con mayúsculas enfáticas- Los Libros en la Aventura del Espíritu, tercera y última obra de quien planeaba escribir muchas que, finalmente, no pasaron de ser una resma de folios en blanco.
Todo esto pensé mientras transcurría el acto de homenaje a Fermín Salvochea. A Puelles lo citó otro ponente, que le dedicó un poema; y, como un texto suyo figuraba en el libro, el moderador tuvo la humorada de, cuando llegó el momento de leerlo, llamar a... Fernando de Puelles. Que, evidentemente, no estaba presente, aunque quienes no lo conocieron personalmente pudieron preguntarse si el interpelado sería el robusto muchacho que se acercó al atril; y que, nada más llegar, disipó el posible malentendido y aclaró que él estaba allí porque los organizadores lo habían puesto en el compromiso de leer el texto del difunto
Hablaba el otro día de la presencia un tanto fantasmal de Cernuda en aquel patio jerezano en el que presentamos su biografía. Y vengo hoy a este cuaderno con otra historia de presencias fantasmales, también al hilo de la presentación de un libro. La ritualidad literaria se parece mucho al espiritismo, me temo. Y es incluso más efectiva, creo, porque no hay estado de sugestión individual o colectiva que supere al que causan unas pocas palabras justas leídas o pronunciadas en el momento adecuado.
Sucedió el martes. Nos habíamos reunido en la trastienda de una céntrica librería gaditana para asistir a la presentación de un libro colectivo dedicado a la memoria del anarquista y paisano nuestro Fermín Salvochea. Pero el fantasma que hizo sentir su presencia en el acto no fue el del venerable revolucionario, sino, de refilón y como si se hubiese colado en una fiesta en la que no se le asignaba de antemano tanto protagonismo, el del erudito y maître à penser gaditano Fernando de Puelles, muerto en 1991, a los cincuenta y un años de edad, en un accidente de tráfico, y autor de una cumplida e inaugural biografía de Salvochea. Era lógico, después de todo, que el espíritu de éste no se manifestara en el acto: el viejo anarquista goza ya, por lo que se ve, de los privilegios de la canonización civil; y ya se sabe que quien disfruta de la condición beatífica no regresa a estos mundos a rondar las tristes acciones de los mortales.
Pero hablábamos de Puelles. El primer participante que evocó su presencia fue Jesús Fernández Palacios, que leyó un poema que un coetáneo de Salvochea escribió a la muerte de éste en 1907, y contó que lo había encontrado en un papel doblado que el propio Fernando de Puelles había dejado en el ejemplar de la biografía de Salvochea que el autor regaló en su día al ponente. Al preguntarle yo al respecto, Fernández Palacios me enseñó un sobre con otras reliquias del aludido: entre ellas, la esquela que el Diario publicó días después de la muerte de Puelles, y el emocionado poema que, en metro, ortografía y letra balbucientes, dedicó a éste el ama que lo cuidaba en el Cristo de la Sangre, el caserón de Medina Sidonia donde vivía... No pude por menos que acordarme de la visita que un grupo de amigos hicimos a esa casa en septiembre de 1987 por iniciativa de José Antonio Bablé, que por entonces andaba haciendo para el Diario una serie de entrevistas a escritores gaditanos: no recuerdo ahora si el propósito de nuestra visita era romper el hielo antes de concertar la futura entrevista o, por el contrario, llevarle al autor la entrevista ya publicada. Fuimos recibidos por el ama y agasajados con una historiada jarra de agua fresca en la que flotaban no sé qué impalpables telarañas, mientras asistíamos, entre fascinados y algo cohibidos, a la inagotable facundia de nuestro anfitrión, que nos habló de sus proyectos -entre ellos, una inminente boda para la que ni siquiera tenía novia todavía- y nos mostró su biblioteca, situada en una impresionante sala abovedada, en cuyo centro había una enorme mesa en la que se alineaban, entre colecciones de libros y revistas, las carpetas que contenían el exacto número de folios en blanco que iba a emplear en cada una de sus proyectadas obras por escribir, entre ellas algunas cuya inminente publicación se anunciaba en la solapa de sus libros ya publicados: la mencionada biografía de Salvochea y el hermoso dietario poético-filosófico titulado Oscura voluntad.
La edición de estos libros, digna pero menesterosa, había sido sufragada por el propio autor, en una época en la que bastaba dar un zapatazo en el suelo para que apareciera una docena de instituciones deseosas de emplear el dinero público en publicar libros de la manera más ostentosa posible... Lo que da a entender, creo, la situación de absoluta marginación en la que entonces se encontraba quien había sido mentor y maestro de buena parte de lo que se hubiera podido llamar, entonces, el sector más avanzado de la clase intelectual y política gaditana. Pero parecía como si los integrantes de ésta, apenas alcanzado el poder o sus aledaños, hubieran querido dar la espalda a quien les había abierto horizontes y perspectivas. La propia aparición de la biografía que Puelles hizo de Salvochea provocó, al parecer, no pocos recelos en el mundillo académico local, que de alguna manera sentía que le habían arrebatado una de sus presas más apetecibles.
Pero nada de eso parecía desalentar a Fernando de Puelles. Bajo la cúpula de la biblioteca del Cristo de la Sangre, entre aquellos libros -colecciones completas de "novela proletaria" y otros documentos referentes a la historia del movimiento obrero- que, según él, habían atraído la curiosidad mundial y habían sido objeto incluso de un documental de la televisión alemana, estaban sus libros por escribir, en blanco, metidos en carpetas con los folios contados: su proyectada biografía de Largo Caballero, temerariamente infratitulada: La Burocracia stalinista y la Contrarrevolución en España; o su biografía de Jesús, el Galileo... De todos esos títulos anunciados, el único que llegó a completar fue el que se llamó -así, con mayúsculas enfáticas- Los Libros en la Aventura del Espíritu, tercera y última obra de quien planeaba escribir muchas que, finalmente, no pasaron de ser una resma de folios en blanco.
Todo esto pensé mientras transcurría el acto de homenaje a Fermín Salvochea. A Puelles lo citó otro ponente, que le dedicó un poema; y, como un texto suyo figuraba en el libro, el moderador tuvo la humorada de, cuando llegó el momento de leerlo, llamar a... Fernando de Puelles. Que, evidentemente, no estaba presente, aunque quienes no lo conocieron personalmente pudieron preguntarse si el interpelado sería el robusto muchacho que se acercó al atril; y que, nada más llegar, disipó el posible malentendido y aclaró que él estaba allí porque los organizadores lo habían puesto en el compromiso de leer el texto del difunto
JENU HABLA DE FERNANDO PUELLES -II-
Un lugar de encuentro, un punto de partida
Fernando de Puelles y Puelles
Posted on 2 marzo 2010 porEr desván...
Por Jenu
La entrevista que les ofrecemos después de este entrecomillado comentario, fue realizada en 1986, dentro de la serie ‘Escritores Gaditanos’.
Muchas veces se recluía en su casa, la Ermita del Cristo de la Sangre, en Medina, y apenas salía. Tuve el gusto de viajar con el en algunas ocasiones, era un buen interlocutor, sabio y discreto, aunque cuando salía de sus libros, y en determinados terrenos, era muy vulnerable: como un niño. Le acompañaba muchas de las veces la señora María, más que su ama de llaves, era como una madre para él.
Poseía la biblioteca más extensa y documentada sobre temática Anarquista de Europa, desaparecida de su residencia en Medina Sidonia, la Ermita del Cristo de la Sangre, (La cual tuve el gusto de visitar invitado por Fernando) teniendo esta gran e insustituible bilioteca un valor incalculable, y que sus familiares tuvieron mucho que ver en tan gran pérdida para el mundo de la cultura.
Les iré contando algunas anédotas de Fernado, así como otras experiencias vividas junto a este gran hombre. Ahora les dejo una entrevista que le realizó Juan A. Bable, un escritor gaditano hace ahora 34 años”.
Jenu
Fernando de Puelles lo sostiene atinadamente: “lo más importante de un escritor debe ser la independencia”. Para un escritor que tiene tal vez ña mayor biblioteca de Europa sobre temas de pensamiento radical y esotérico es su señal de identidad personal. Las palabras concretas de Fernando sobreviven al tiempo y al olvido ; más aún, se revierten eternas por sus estructuras certeras.
Jenu |
Posted on 2 marzo 2010 porEr desván...
“Cádiz siempre ha aportado a la historia de España un nuevo modo de ver”
“Lo más importante de un escritor debe ser su independencia”.
En recuerdo de Fernando de Puelles, un gran amigo mio, y escritor gaditano , trágicamente fallecido en accidente de tráfico en Manilva (Málaga).“Lo más importante de un escritor debe ser su independencia”.
Por Jenu
“Conocía a Fernando a finales de los años ochenta. Venía mucho por Villamartín. Le gustaba mucho viajar, conocer gente, cambiar impresiones…
El Cristo abandonado |
Aquí en Er Desván, le dedicaremos con especial atención muchas páginas a la vida y obra de Fernado de Puelles, un buen amigo y un gran escritor, amante de lo justo, conocedor del movimiento anarquista y el mejor y más completo autor que ha tratado sobre la vida y obra de Fermín Salvochea. Lo pueden encontrar en su libro “Fermín Salvochea República y Anarquismo”.
Les iré contando algunas anédotas de Fernado, así como otras experiencias vividas junto a este gran hombre. Ahora les dejo una entrevista que le realizó Juan A. Bable, un escritor gaditano hace ahora 34 años”.
Jenu
En Medina Sidonia, vecina a la carretera de Jerez, entre un ramillete de cuestas, vaivenes y hondonadas, sobre un promontorio leve se alza, se distingue la encalada hacienda ‘El Cristo de la Sangre’ residencia de trabajo de Fernando de Puelles. Allí Fernando, pensador vertebrado, escritor tardío, con su estirado rostro y sus múltiples atenciones, y su risa aflautada, tan contagiosa.
PREGUNTA.- Se cree que tú has nacido en Alcalá, pero educado y formado en Cádiz.
RESPUESTA.- Yo soy de Cádiz capital, nacido en el número cuatro de la calle San francisco. En Cádiz he pasado mi infancia, mi juventud. Allí nacieron todas mis inquietudes. Luego he vivido en Alcalá, y ahora, por razones de escribir, vivo en esta casa de Medina. Cádiz tiene unas características que la diferencian ; yo creo que las siento también personalizadas en mí. Yo soy gaditano, pero no demasiado andaluz, en el sentido de que me familia procede del Norte, de la Rioja alavesa. Fíjate, para mí ser de Cádiz ha supuesto siempre un prestigio siempre que me he presentado en ambientes cultos. El Cádiz liberal, el Cádiz culto, el ilustrado es reconocido dentro de los ambientes más estudiosos más conscientes. Cádiz siempre ha aportado a la historia de España un nuevo modo de ver un nuevo modo de entender. Mi vida en la ciudad de Cádiz ha sido muy intensa, muy profunda. Yo me he movido en los ambientes literarios y poéticos. Mi casa entre los años 67 y 84 era un poco el centro de las inquietudes políticas de la ciudad. Formamos tertulias, descubrimos el socialismo, el comunismo, el anarquismo. De mis manos sale ‘el grupo de Alcalá’. Yo los formé. Te hablo de Pizarro, de Perales … En Cádiz se comienza a conocer la historia del movimiento obrero, lo que es el comunismo o el anarquismo, después de mis estudios. Yo estaba más preparado que los demás porque descubro de casualidad la figura de Salvochea.
P.- Precisamente tu primer libro se titula ‘Fermín Salvochea. República y anarquismo’. El único donde se estudian contexto y figura de un modo fidedigno.
R.- Yo he sido siempre muy inquieto, un poco inadaptado a ciertas realidades. A mí siempre me interesó la lectura. Incluso mi hermano Francisco publicó una novela. Leer ha sido una de las pasiones de mi vida y la que me ha creado una plataforma no sólo de pensamiento sino de perspectiva para luego conectar con ideas que no se encontraban en mi entorno. Salvochea fue una de ellas.
P.- ¿Tienes claro en qué planteamientos netos coincides con Salvochea?
R.- Yo en realidad a Salvochea no lo comprendo. Es algo tan desmedido, tan absoluto que yo no puedo desenvolverme en ese terreno. Yo lo he estudiado con un enorme amor, con una enorme obsesión, con una enorme angustia, con un enorme desprendimiento de tiempo, de dinero, de energía. El persiguiendo las ideas, y yo persiguiéndolo a él. Indudablemente hay ideas de planteamiento libertario que son vigentes en la actualidad. Hablo de la alianza de la libertad con la justicia, y que el hombre no lo puede captar, no lo puede poner en funcionamiento, porque el hombre es aún un animal con muchas dudas de espíritu. Ese es el problemas del hombre. Pero la mente humana sí que ha hallado la solución del problema de la sociedad. Pero todavía el ser humano no ha resuelto o no tiene fuerzas a una serie de problemas previos para poder llegar a esa realidad. Afortunadamente tendemos hacia un mayor amor por la libertad y la justicia, pero sólo mediante fórmulas que se parecen un poco a la libertad y a la justicia. Salvochea fue un pionero que llegó a un desprendimiento total, a una lucidez total, a una generosidad y una grandeza total. Cuando uno ve lo que se jugó y ve el contexto en el que se movió, de gente que a lo grande lo llama pequeño, que a lo lógico lo llama absurdo, que a la genialidad la llama quijotismo, todo metido en un contexto de preocupaciones tan pequeñas, uno llega a pensar: “pero realmente este hombre está haciendo el tonto”, hablando en un lenguaje elemental, claro. Yo, con mis trabajos sobre Salvochea, he restituido al pueblo andaluz y gaditano una parte de su identidad.
P.- Tú tardas mucho en editar este libro, incluso eres el editor del mismo.
R.- Yo me he propuesto ser el editor de todos mis libros. Primero lo creo, luego me encargo de la edición propiamente dicha: prensa, letra, portada ; después tengo que preocuparme de la comercialización del libro: lo sigo en las estanterías de las librerías, lo traslado, me ocupo de todas las fases, y te digo una cosa, prefiero ocuparme de las tres fases a relacionarme con las editoriales fantasmales. El escritor está en inferioridad dentro del proceso comercial del libro, Está en una condición que yo no estoy dispuesto a asumir. El escritor no ha sabido defenderse. Yo sí sé defenderme. Yo me separo de la tradición de que el escritor quiere ser editado y marco un distanciamiento de esas posiciones cómodas.
P.- ‘Oscura voluntad’, tu segundo libro, desarrolla a lo,largo de sus cuarenta capítulos recuerdos, confesiones, claves tuyas.
R.- ‘Oscura voluntad’, sí. es en parte autobiográfico. Forma parte de una trilogía que llamo ‘Personal’, así como Salvochea es el primer tomo de la ‘Trilogía Biográfica de la Revolución Española’, que será completada con mis estudios sobre Mendizábal y Largo Caballero. ‘Oscura voluntad’ es un libro del que estoy muy satisfecho, porque me ha servido para soltar unos temas que pertenecen a mi pasado. Es un libro lleno de secretos, claves, motivaciones. Tardarán mucho tiempo los críticos en conocer qué quiero decir en cada capítulo. El libro está escrito en diferentes estados de ánimo, por eso las aparentes contradicciones que se detectan por parte de algunos lectores. En ‘Oscura voluntad’ no se desarrolla ninguna historia. Es un libro donde me descubro a mí mismo ; lo escribo para descubrir.
P.- También descubres al escribir tu propio estilo.
R.- Hay quien dice al leer ‘Oscura verdad’ que se pueden vislumbrar algunas influencias de Herman Hesse o Pessoa. Yo no he leído a Pessoa salvo ‘El banquero anarquista’. Mi estilo está sumido a mi propia idiosincracia, a mi propio pensamiento. De todas formas, los estilos están en función de las cosas a las que se refieren. A Herman Hesse sí lo he amado mucho. Los escritores con los que mantengo afinidades son André Gide, Albert Camus, Henry Miller. En cuanto a los escritores españoles, me acerco a Ory, que en su ‘Diario’ se acerca a la idea que tengo de lo que debe ser un escritor. Mis obras, en fin, creo que son difíciles, profundas, que se salen de lo corriente.
P.- ¿Cómo te consideras, como escritor?
R.- Yo me considero un escritor pensador. Trabajo el ensayo, el estudio crítico, los textos personales, la historia. Dentro de poco comenzaré con la novela. Escritor pensador, pero basado también en experiencias anímicas, en vivencias. Soy literato como persona, sin embargo tengo un cerebro de pensador. Mi itinerario vital, mi psicología, mi idiosincrasia, mi temperamento son literarios. Afortunada mente, dispongo de una estructura de pensamiento adquirida a través de mis lecturas.
P.- Acerca de tus lecturas escribes en estos momentos un libro que se titula ‘Los libros en la aventura del espíritu’.
R.- Este es un libro que yo divido en dos tomos. Es mi obra más ambiciosa. Es un libro que trata sobre libros, de mi pasión por ellos, de los escritores que más me han interesado y de los que estudio su pensamiento, de cómo he formado mi biblioteca sobre temas radicales.
P.- ¿Tienes claro lo que es el término ‘radical’? ¿Crees que se te puede aplicar?
R.- Hay un origen que dice que es ‘volver a la raíz’. Es una palabra a la que se puede dar mucho juego, tajante. Es muy amplio el conjunto de sus significados hoy día.
P.- Escribes que buscas incesantemente el sentido de tu vida. Tu trabajo de pensador te debe ayudar mucho a ello.
R.- El sentido del hombre es la clave de la vida. Mi labor al escribir no es la de distraer, divertir. Mi labor está encardinada en descubrir qué es el hombre. Yo intento meter mi pasado en lo más profundo de la conducta humana.
Fernando de Puelles lo sostiene atinadamente: “lo más importante de un escritor debe ser la independencia”. Para un escritor que tiene tal vez ña mayor biblioteca de Europa sobre temas de pensamiento radical y esotérico es su señal de identidad personal. Las palabras concretas de Fernando sobreviven al tiempo y al olvido ; más aún, se revierten eternas por sus estructuras certeras.
JENU HABLA DE FERNANDO PUELLES
ER DESVÁN
Un lugar de encuentro, un punto de partida
LOS LIBROS EN LA AVENTURA DEL ESPIRITU, viene del libro del mismo nombre, de un escritor y amigo, Fernando de Puelles y Puelles, una de sus tres obras que nos dejó antes de fallecer en un fatídico y turbulento accidente de tráfico en Manilva (Málaga).
Se nos fue, nos dejó un gran amante de la lectura, cuya bliblioteca particular en su residencia de El Cristo de la Sangre en Medina Sidonia, (Cádiz), poseía ejemplares de un gran valor, ahora desaparecidos y en el que tiene mucho que ver su polémica familia, la cual no ha tenido consideración en velar por aquello por lo que la vida de Fernando tenía sentido, sus libros. Esta biblioteca, poseía como deciámos, ejemplares de un valor incalculable, de la que siempre presumía ante amigos y conocidos, y que tuve el gusto de ver y disfrutar allá por los años ochenta. La temática del Anarquismo era de la que más se surtían esas estanterías.
Una gran pérdida, sobre todo la de este gran hombre, gran pensador y un magnifico escritor, al que dedicamos este apartado en Er Desván, no podía ser menos.
Jenu
Un lugar de encuentro, un punto de partida
LOS LIBROS EN LA AVENTURA DEL ESPIRITU, viene del libro del mismo nombre, de un escritor y amigo, Fernando de Puelles y Puelles, una de sus tres obras que nos dejó antes de fallecer en un fatídico y turbulento accidente de tráfico en Manilva (Málaga).
El Cristo |
Una gran pérdida, sobre todo la de este gran hombre, gran pensador y un magnifico escritor, al que dedicamos este apartado en Er Desván, no podía ser menos.
Entre los libros que aquí encontrarán, en esta modesta biblioteca, están los temas más variados; poesía, ensayo, novela… y aunque de mi amigo Fernando de Puelles no se haya digitalizado nada aún, que yo tenga constancia, no descartamos saltarnos todos los copyright familiares, y un día colocar en nuestra virtual estantería, los trabajos de este genio de las letras y gran amigo, Fernando de puelles y Puelles, porque donde haya libros, los de mi amigo Fernando, no pueden faltar, porque si alguien amaba la lectura, si alguien dedicaba horas y horas a crear, a plasmar en un blanco papel sus objetivas opiniones, con la idea principal de que los libros fuesen una aventura del espíritu, ese era Fernando de Puelles y Puelles, un enamorado de las letras.
Jenu
lunes, 24 de octubre de 2011
POEMA I: "SE DESCUBRE LA LIBERTAD"
Se descubre la libertad -de espíritu- ya en la niñez, sobre la banca del colegio, cuando se vislumbra la presencia de algo hondo y verdadero más allá de los confusos signos reflejados con tiza en la pizarra, las preguntas obligadas y los sabatinos repartos de notas. Nos envuelve, entonces, un mágico universo de sentimientos e impulsos, de inspiradas intuiciones. Como contraste, los solitarios paseos, las advertencias reiteradas, la callada emoción. El niño no competitivo se oculta en sí mismo, no atiende las explicaciones del profesor, ignora. La realidad le parece cruel y siente de cerca su amenaza.
Perdido en los laberintos de su sensibilidad, vive con asombro los destellos deslumbrantes del mar, el juego cambiante de los colores y el nuevo amigo. Su corazón es un sentimiento hacia el infinito, una fiesta y una congoja. Ciertamente el dolor es una pica, y el alma gime. Mas también es elevación, y goza. Recuerda aquellos mundos de desorientación, la sucesión encadenada de los días, su papel de guiñol en la oscuridad de los conceptos e infortunios. Y en medio de las mareas más elevadas, las primeras adivinaciones y presentimientos; el misterio de las noches excitadas; el papel con inseguras palabras arrancadas al desconcierto. Más tarde la comprensión iluminada y la herida del antagonismo cierto entre el yo intuitivo y el entorno.
Era la iniciación a una existencia singular -para algunos anormal- que se le ocultaba. Aún debía encontrarse perdido por los húmedos boscajes interiores, en espera, paciente, de que el dolor se volviera mérito y pudieran abrirse las compuertas que, a través de las profundidades, hacen posible el encuentro con las estrellas danzarinas y el ancla sumergido.
Porque sólo se revela la esencia de la vida, el sentido oculto en las cosas al compás de los años, por el esfuerzo ya viejo de cada día; en las situaciones afligidas de súplica y anhelo. Se requiere la meditación pausada sobre las ilusiones rotas, los golpes del destino que, lentamente, nos va rindiendo, hasta la resignada aceptación de nuestro camino y de nuestra muerte.
Pero en aquel tiempo lejano de la niñez era libre a pesar de todo. Los muros que evitaban la salida no pudieron ,impedir la huída de la imaginación fascinada, y la puerta principal que se abría a los fáciles y prometedores horizontes sólo constituía el recuerdo de la tentación vencida, en beneficio ge las rutas y los parajes ocultos.
POEMA II: "AL FIN, POR CONCESIÓN PATERNA"
Al fin, por concesión paterna, ocupaba la habitación cercana al patinillo que hasta entonces había servido de carbonera. Eran aproximadamente cuatro metros cuadrados, pero representaban a mis ojos un pequeño reino. Allí, en vecindad con las ratas que entraban y salían por las cañerías y el fuerte olor a pintura que llegaba del frontero comercio de balanzas, debía empezar la prolongada tarea de edificar un nuevo modo de pensar, producto concertado de la reflexión y el temperamento.
Asimilé con pasión aquel refugio tan en contraste con los dormitorios compartidos y las múltiples mudanzas de una familia numerosa; me sentía instalado y libre.
Ya estoy aquí. Los libros se amontonan, las hora pasan.
Aún no conozco a Gide, tampoco a Henri MilIer o el Papini joven, sin embargo me siento soberano de mi tiempo, de mis ideas, y puedo perderme por el mundo arriscado y fértil de las divagaciones más arbitrarias. No fue fácil adecentar este humilde cubil, el baratillero ha ofrecido poco por el baño viejo del que mi padre nunca quiso desprenderse, pero se han conseguido algunos progresos. No debemos olvidar que soy un espíritu díscolo, rebelde y excitable, propenso a la duda y la negación, que a duras penas convive con cuanto le rodea y acosa con peticiones de fe y sometimiento. He decidido apostar por mis propios criterios, ser el tonto o el listo de mí mismo. Debo, pues, iniciar una labor de derribo y replanteamiento, y espor eso que estoy en este cuchitril.
Será una lucha cruel contra esta maraña hiriente que durante demasiados años me ha tenido apresado. No más Padre Nicanor, nunca más marianistas de la Porvera jerezana o las Puertas de Tierra de Cádiz. Pensamiento libre, oleadas de sentimiento y vitalidad, encuentros inesperados con gentes de todas las religiones, lenguas, clases y orígenes geográficos. Aire. Ahora dispongo de este rincón, de una cafetera y algunos refrescos; la entrada a mis dominios es distinta a la de la casa de mis padres. Me siento libre, rescatado de los ventanucos con barrotes, las misas soñolientas, las lecciones de catecismo impartidas a palmetazos por un fraile de alpargatas negras y barba entre roja y cana.
He huído de una época tenebrosa y me alzo -superviviente- en busca de los confines presentidos en infinitas horas de pesadez y cansancio. Sobre las paredes, centenares de libros, y en alma un ansia expansiva de verdad y conocimiento.
POEMA III: "EN LA JUVENTUD"
En la juventud, durante el verano, solía frecuentar el pequeño cementerio del pueblo. Me parecía evidente que la muerte era la verdad de esta vida. La única certidumbre poderosa capaz de elevamos por encima del oleaje de apreciaciones falsas, divagaciones y superstición que nos abrumaba. Mi presencia en aquel recinto tenía un carácter de profundidad y magia.
Si la muerte -decía- es el fin de la existencia y puesto que ilusiones y esperanzas no son más que fantasmas, orientemos toda nuestra atención hacia ella. Frecuentemos su silencio, su recogida modestia, convirtamos en algo próximo su misterio. Así fue como, lentamente, me incorporé al mundo de los muertos, y llegué a descifrar el lenguaje del viento sobre las tapias y el ciprés; los cuentos y consejas del sepulturero, las ceremonias de los enterramientos acompañadas de escenas de dolor y lágrimas.
El cementerio ejercía en mí una atracción particular, no porque obnubilara con su mística la voluntad, sino en razón a la verdad que revelaba; anticiparme a comprenderIa, meditar su mensaje, contemplar, una y otra vez, cómo venían a parar allí cuanto eran vanidades y pompas mundanas, pasó a convertirse en una tarea cautivadora. Ignoro en que momento empecé a suponer que estrechar su amistad podría, por otro lado, reportar un trato de favor.
Acaso la verdadera razón que me acercaba a la muerte fuera el sentido nuevo que permitía descubrir; la necesidad de ajustar a ella nuestros sentimientos y creencias. En fin, someter la vida a los justos límites que marcaba.
Al atardecer, concluida la siesta, ascendía a la colina; sentía preferencia por las horas posteriores al último entierro, y en soledad contemplaba las coronas de rosas aún frescas, losnuevos ataúdes y los lazos en negro y oro. Todo esto era consustancial con el cerrojo herrumbroso, el vaso de aguardiente en la taberna en compañía de los albañiles que tapiaban los nichos y las inscripciones entre tierras tiernas y desesperadas.
Conocía los secretos de aquel lugar, sus horarios, faenas proyectadas, la calidad de sus mármoles y lápidas, algo de la vida de cada uno de sus moradores. Algunas tardes me acercaba a la enorme fosa, también llamada huesera, y un tremendo desprecio por mí mismo y por todo me invadía.
Ese humillado paraje era nuestra verdad, la herida sangrante. Se imponía ir perteneciendo, poco a poco, a la tranquilidad de la nada.
POEMA IV: "ES LA SENSIBILIDAD"
Es la sensibilidad quien confiere al artista -o escritor- el don creador. Ella convierte las vivencias en experiencias íntimas, carne y sangre del espíritu, y éste, el que elige su camino.
El saber -la variedad de los conocimientos- sí, para la inquietud, no como rivalidad o recompensa, más bien como signos e instrumentos de la aventura.
El estudio exigía lugares recogidos, favorables. En las azoteas o los alejados descampados, también en la destartalada alcoba de nuestra vieja cocinera, la atención hallaba un raro gusto. Para una persona sola eran, ciertamente, los mejores; nadie sabía donte te encontrabas y no solían buscarte. Con el cuerpo recostado sobre el tejado repetías las ideas y conceptos hondos, iluminados, en tanto la mirada se perdía en los espacios azules. Debajo de los árboles o en la cama, con la colcha sólo por encima, pasaba tantas tardes ...
Para qué escribir cuando no se sabe, el alma innecesariamente cae en desaliento; a los mismos descampados llegaría un día a los que ya no podrías volver, tampoco aquel desvencijado autobús, o las mesas de los cafés, irónicos testigos de ingenuas y mal calculadas ilusiones.
Se recuerdan los paseos por la playa en los días grises del invierno, las alborotadas subastas de pescado y la antigua lonja donde se vendía la frut~. Cuando hacía el fin de la tarde llegaba a casa -a veces, después de las pretendidas diabólicas aventuras-, el fuego de la estufa estaba ya encendido. Mi padre me hacía descender de las elevadas abstracciones a ese mundo suyo de la última película, las noticias de familia, el nuevo reparto y acomodo de las vacas tras la lluvia. Por aquel tiempo yo compraba libros, y él acostumbraba a alquilarlos, por días. También solía hacer la distribución de los periódicos y se quedaba con varios por si la noche se presentaba de poco sueño o era necesario distraer alguna pesadilla.
Aquel presente tenía mucho del porvenir, que, irremediablemente, se retardaba, espantando con amagos su nunca puntual comparecencia. A quién se le puede ocurrir separar el ahora y el mañana; siempre estuvieron, eso sí, la necesidad y el deseo, luchando. Y no se descubría una respuesta clara. El deseo lograba ganar, entre lamentos. Pero la necesidad volvía cada día, arañando la insegura victoria.
Se encontraban, además, bastante cerca, algunas palabras que nunca se pronunciaron.
POEMA V: "LA ESPERANZA ERA LAÚNICA FIDELIDAD"
La esperanza era la única fidelidad que quedó en medio de aquella desbandada incalculable. De golpe, se encontraba con que las condiciones favorables en que había vivido dejaban de protegerle y hacía su entrada -con paso equivocado- en aquel escenario inaudito.
Se percató de la insolidaridad absolutamente sobrecogedora que allí regía, la insolidaridad como principio de eliminación y supervivencia. También el poderío del absurdo, sus variadas formas de dominación y esplendor. Acaso la fórmula cierta -se preguntaba, en busca de un modo de amparo- sea procurar dormir, no intentar provocarle (en aquel momento más que nunca aupado sobre él) con sus incómodas inquietudes. Dormir es mejor. Dormir mucho. Vivir adormecido, distraído "a la pasión y celo del absurdo». No resultaba fácil cuando toda su persona se había ido convirtiendo en una alerta fecundo y doloroso.
Durante las tardes vacías y tristes del domingo, en el patio de recreo, bajo la mirada cansada del vigilante y los inútiles goles del Barcelona, el frío incitaba a encontrar escondites en los rincones. Ningún bocado estimulante, ningún sentimiento particular tenían anunciada su visita, sólo aquellos extraños emparedados de tomate y pepino de las familias modestas catalanas le traían lejanos recuerdos de gratas adolescencias en el campo.
Ni siquiera, tú, eras imaginada en las noches humilladas por el silencio, agotadas de precariedad. No, no había sueños mágicos en aquellos dormitorios de la calle Vilana, n.O 10, donde el miedo tomaba impulsos de extraño magnetismo y el arrebujo en las mantas sustituto gesto del calor ausente.
Amaré, pues, al eucaliptus, los juegos en sombra de los árboles frutales y las huertas de secreto acceso, porque fueron aliados naturales en la batalla, cuando la carne es herida; y rechazo que las personas sean convertidas en categorías, tipos, analogías o metáforas encadenadas. Porque el hombre escapa a estos conceptos abstractos, sólo útiles para las herramientas, semillas y tornillos. Pocas veces las verdades de los demás se corresponden con las mías. No se barajan los mismos valores, no entendemos las mismas expresiones. Ni me tocan sus clasificaciones, ni soy definido en sus palabras. Solo yo me he extraviado por mí mismo, conozco los contornos ridículos de un alma grande y los signos engrandecedores de un alma excesivamente pequeña.
Quien confunda estos comentarios con un lamento se equivoca, pues ignora que, a la postre, casi todo se parece, de un modo u otro, y nunca -por lo que parece- son ciertos los culpables. Se trata de evocar algunos instantes tan lejanos.
Así caminaba por la senda que va de lo perecedero a lo infinito, y ya cerca del lento riachuelo, llenaba los bolsillos de manzanas, como en aquellos días desconcertantes.
POEMA VI: "EL ENCUENTRO CON EL MILAGRO"
El encuentro con el milagro atraviesa terrenos cenagosos, áridas estepas, soledad; mas surge, de nuevo, el entusiasmo. Con los pies heridos la idea halla su expresión iluminada; sólo entre agitaciones y zozobras el corazón arroja su mensaje.
Escribir es una aventura, una exploración, un deseo de romper las limitaciones Qumanas; el enigma individual en busca del enigma general del universo. Una labor en torno al yo, nunca lejana a sus fronteras. Esta voz singular reproduce los balbuceos de la infancia o de remotas edades, los matices del primer afecto, las inquietudes de la juventud, las ingenuas o patéticas desilusiones del hombre. Múltiple en su variedad, rica en tonalidades, confusa, tantas veces, en sus conciertos y combinaciones.
No es posible asumir otra función, el impaciente ansia busca recrear con la frescura de lo nuevo, esculpir con el mismo cincel en la roquedad imposible. Ciertamente, de buceador de sí mismo todos tenemos mucho: noctámbulos, a través del propio abismo. Se busca arrancar a la noche su grito, su oscuridad, su temor, y al día su luz, su calor, su fe. Porque debe crear cada uno su propia música, la sinfonía lentamente tejida y en el otoño, al fin, virtuosamente tocada.
Si algo incita a escribir es la posibilidad de sorpresa. La pluma persigue al alma y le obliga, le arranca, le acosa. El alma, a su vez, se hunde, se eleva, cae en el éxtasis, intuye, recuerda, medita, y sobre todo, este esfuerzo se convierte en unas palabras, en una página. El hombre se prueba a sí mismo en la soledad del estudio, enajenado por sus propias visiones, siempre al encuentro del subsconciente, del misterio, de su hondo ensimismamiento.
Es un esfuerzo de. visión, algo fuera de lo cotidiano. Nos hundimos entonces en el instinto, en la especie y en la historia. A veces, cuando el papel espera inútilmente la llegada de la inspiración en forma de sentimiento y fantasía, cuando la idea es pálida y abstracta, la mortificación adquiere negros perfiles; es el temor a la vacuidad de nuestro espíritu, el miedo sin alivio a la patente incapacidad. Como un terror.
POEMA VII: "LEJANOS SE SITUAN EN EL ESPÍRITU"
Lejanos se sitúan en el espíritu aquellos hermanos, padres y amigos que en otro tiempo representaban toda la existencia. Sin embargo, cuán próximos esos seres hasta ayer desconocidos, que a través de sus mensajes orales, de sus escritos, han convertido su voz en aliento, la esperanza y el timón de nuestras vidas.
Cualquier extraño es, en ocasiones, más parte de nosotros que el hermano, partícipe común del dormitorio en la vieja casa, que el compañero de colegio y juegos infantiles, o aquellos padres que nunca supieron adivinar el latido duro y asfixiante del corazón angustiado, del corazón balbuciente y temeroso.
Ahora, cuando los esperados días ya han llegado, las vacilantes impresiones se convierten en certezas; el hombre, ocupado en construir su destino, no dispone de tiempo que distraer en singladuras ajenas; sus horas, habilidad y esfuerzos sólo sirven para avanzar hacia la propia meta. Hermandad, promesas solidarias, los viejos recuerdos fríos y descoloridos por los años se fueron perdiendo en la vereda. El presente exige olvidar cuánto nos aleja del porvenir soñado.
Así se pasa por delante de aquel amigo que un día nos hizo suponer que acompañaría sus pasos con los nuestros, en ferviente alianza contra el incierto oleaje de la vida, y el fortuito encuentro sólo nos arranca un escueto y púdico «Hola», para después escapar apresurados a nuestros quehaceres, en desprecio de aquellos instantes de ingenua sinceridad; no, nada nos acerca, ni siquiera un hilo de curiosidad nos une. Se siente únicamente ese deseo de alejamos velozmente de lo que ya nos es desconocido o extraño.
Por el contrario, cómo olvidar, los detalles, las imágenes, los pensamientos grandiosos del artista y. pensador que transformaron nuestro silencio en palabra. Su muerte, su vida, su fuego y su niebla tuvieron como destinatario a «aquél que vendrá» y cuya sensibilidad permitirá la identificación con su mensaje.
Sí, criatura surgida en el plasma ardiente de las vocaciones generosas de magisterio y sabiduría, eso hemos sido, y no podríamos evitarlo; pequeño, acaso, en la carne, pero elevado en lo que concierne a los anhelos dolientes, nos unimos en la distancia a cuantos extienden sus brazos sobre el horizonte, más allá de la recompensa, la precariedad y el tiempo.
POEMA VIII: "ESTE DULCE SABOR"
Este dulce sabor del amor propio satisfecho se goza al fulgor de la vieja chimenea campesina. Merece que nos extraviemos por el vasto bosque de las argucias, alternando el papel de Judas y Pilato, de víctimas a primera vista lanceables. El dolor del alma deber ser callado; cualquier cosa que se mueva -todos lo sabemos- es el enemigo, y un paso en falso la muerte súbita. Porque cada diestro chacal ha de retornar a su madriguera a la hora señalada, y está dispuesto a encarar cualquier precio a fin de seguir alimentando a sus crías. Ha nacido para el amor y el mal; la ternura para los suyos y la pezuña afilada a clavar en el primer ruido. Su crueldad está compensada -dicen los zoólogos- por la dulzura con que arropa y enseña a sus pequeños. Se trata de conseguir con su fiereza un lugar a recaudo, el paraje que todos supongan temeroso.
El silencio, la paz en bonanza, a nadie se le oculta que está hecha de cadáveres. Cada nueva vida que muge o ladra dentro del matorral se basa en infinitas muertes ¿Qué es la fortal~za de los que sobreviven? El instinto de adaptación, la astucia, una aplicación constante. Conviene desarrollar el duro arte de la cetrería, de otro modo las crías sucumbirán en las fauces del oso. Cada hombre un peligro, no «rocín flaco y galgo corredon, más bien adarga afilada y fusil a punto.
Dejemos la bondad, el particular mundo de los afectos y lealtades para determinar celebraciones. Aquí y allá revolotean espesos bancales de aves rapaces. Usemos la palabra como puntas de flechas envenenadas, preparada la artillería de las maldades más refinadas, porque en cualquier instante aparece el enemigo, y conviene mantenerle alerta, simular peligro. ¿Cómo de otro modo?
Alguien quiere .siempre tu lecho ya caliente, tu escopeta, la sombra del eucaliptus que abre el camino de tu casa; alguien acecha la mesa del comedor o el despacho, el patrimonio aún no repartido. Y no faltará quien se ofrezca para recoger tu cadáver y darle sepultura, pagando de su bolsillo todos los gastos.
El lobito amaestrado por las buenas lecturas ignora que una herencia suele arrastrar al abismo antiguos artificios de amistad y sangre. Cada uno exige más de lo que es suyo con magnífica voz de barítono. Y huelen a la víctima fácilmente detectada porque no sabe pedirlo todo, solamente su parte. Ignora que hay personas imposibles que se hacen pagar con buena moneda su gesto adusto, su altiva voz amenazante y sus inacabables juegos de escondite en torno a la presa calculada.
POEMA IX: "CUANDO LLEGA LA NOCHE"
Cuando llega la noche, la oscuridad tiñe con su negrura nuestro corazón. Se inicia, entonces, el cruel acoso de las intuiciones fatales y temidas.
Nos sentimos envueltos en estos lienzos blancos, en estas sábanas, anticipación de la envoltura futura de la muerte; frágil ser hacia la nada, torpe balbuceo a la búsqueda de imposibles esperanzas. La noche nos deja desarmado de toda fantasía. El colorido del día, la sombra y el sol del jardín, el murmullo dulce del río, se han convertido en pálido crespón que anuncia al hombre su derrota.
Ninguna voz más profunda que aquella que nos deja sentir la medianoche. Ningún mensaje más cierto y asfixiante. Irreales, enmedio de ilusiones, infantiles en el deseo de consuelos, atrapados por la tierra, pasan, corren, vuelan nuestros cortos días. El pobre hombre, confía en el posible divertimiento que aún le puede ofrecer cualquier bello espectáculo presto a escapar de su irrisorio destino de conejo volador.
No le es posible ocultar su bajo origen bajo la tapadera colorada del retrete, y se ve empujado a marchar, por encima de los juegos quiméricos, a su soledad interior, con la carga de amargas evidencias.
Si algo mortifica es esa ilusión boba, la elevada transcendencia que el ser humano quiere poner sobre el tapete; silogismos didácticos para libros de texto.
Pero la noche es el fin natural de la esperanza de cada día, y el insomnio, la revelación, a poco que hagamos un recorrido por los estrechos vericuetos del espíritu.
Abrirse paso a través de los pesados bosques de la erudición, con ánimo jovial, mas sin sorpresa; buscar, orientados por las sugerencias que flotan en el ambiente, en el lejano horizonte. Escorpión o sanguijuela, alga o fino león, no importa, suya es la quimera, suya la quiebra, suyo, el fatal destino, suya la letrina que construyó con las propias manos; suyo, en fin, este insomnio profético que le deja sin fantasía, pero le acerca a la realidad, inexorable y muda.
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