El día de la muerte -ya lo saben- no quiero flores ni cantos lastimeros.
Solamente un ataúd sencillo y el nicho con mi nombre. Que las campanas se mantengan mudas, sin ocasión para arrebatos, y las lágrimas no asomen en rostro alguno. Porque se rehusa aumentar el ya amplio poder de la tristeza. Una serenidad digna y las frases breves, consabidas: Lejos de mí muerte esos distintivos negros, esas palabras consternadas, cualquier tipo de suspiro y pena.
Solamente un ataúd sencillo y el nicho con mi nombre. Que las campanas se mantengan mudas, sin ocasión para arrebatos, y las lágrimas no asomen en rostro alguno. Porque se rehusa aumentar el ya amplio poder de la tristeza. Una serenidad digna y las frases breves, consabidas: Lejos de mí muerte esos distintivos negros, esas palabras consternadas, cualquier tipo de suspiro y pena.
Sobre el mármol, el texto que os dije: «Buscó, incesante, el sentido de la vida», y en vosotros algún recuerdo de los momentos duros y gloriosos que todos en esta existencia hemos vivido. Buscó, sí, luchó, vivió sin sosiego, esforzado en descubrir el hilo oculto en la confusa madeja de las razones y pretextos. ¿Qué pretendió ser? ¿A qué fin dirigió sus pasos?, ¿Qué dejó? Intenté hacer infinito mi latido, en tarea tantas veces deslucida por la torpeza propia y la incomprensión ajena. Tuve todos los sollozos interiores que puede sufrir un hombre, un alma. Todos los miedos, todas las angustias, todos los terrores. ¡Cuántas veces avancé con euforia y retrocedí despavorido! En ocasiones me sentí aún peor que nada. Y así como tantos otros, hube de engañarme para proseguir el rumbo que el destino señalaba. Mantener bien asido, en las dos manos, el timón, no dejar de sembrar los surcos preparados, no lamentarse por el frío, pasar callado las tormentas. Mudo en el desánimo; apretar de dientes, en el desprecio. Olvidar en qué parte del cuerpo quedaron las heridas, volviendo siempre a crear y vivir la emoción; merecer, felizmente, cada hallazgo.
Ah, no, ni flores ni plegarias. Prefiero huir de una muerte triste; deseo algo que parezca natural, a ser posible. Que ningún color, a poco que se piense es más que otro, y los gestos no pueden suplir lo que está o no en el alma.
Una muerte suave, el entierro ligero, esa lápida sencilla.
Sin lutos o lamentos.
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