Aspiramos a un concepto recogido de la cultura, al margen del comercio y la banalidad. Un saber
-puntiagudo, luminoso, inquieto- capaz de convertir los conceptos en camino. Rescatado del vedetismo de estampas, de los emperifollados personajes de academias, de los pregoneros itinerantes.
Se pretende invocar los valores de la austeridad, la palabra prestigiada por el esfuerzo callado. Porque el hombre consagrado al estudio no puede dejarse convertir en un figurín de presencia amena o divertida, comensal invitado de relleno en lo ágapes elegantes de la autoridad o el poderoso de turno.
No es un libro que anda, tampoco un bufón a la mano. Su misión es más elevada, de su alto grado de consciencia se espera una labor de ilustración y esperanza. No podemos prescindir del privilegio de su espíritu profundo, tampoco del mensaje arrancado a tantas horas de perseverancia. Sus obras son interpretaciones del genio de su raza, instrumentos valiosos dentro de la misión qúe a todos nos concierne de construir la solidaridad en el hombre.
Es la mejor recompensa, el don de la intuición, el trabajo provechoso, la gratitud que llega desde los últimos rincones. De ningún modo esperamos de ellos juguetes ligeros o hábiles pasatiempos de artificios, exijamos el esfuerzo y la grandeza del alma, su aportación a la dolorida marcha de los pueblos que buscan en la lucha de cada día, su destino.
Alejemos nuestra mirada de los burdos traficantes del verbo, hábiles para la subvención y el elogio, que ven buenos todas las tareas cuando el oro reluce en su presencia.
La cultura no es un galanteo, tampoco un adorno que se lleva por encanto, es tarea de fatiga, y dura, como son las cosas que siempre se estimaron verdaderas. El auténtico sabio vive gustoso en su pequeño estudio, no precisa de frívolas lisonjas; buscar, acosar, descubrir, en fin, los enigmas y matices de la vida es su tarea constante. El premio reside en su trabajo, en el amor que pone en la tarea. En ocasiones, la gratitud culmina en la inmortalidad que su ejemplo alcanza.
Es preciso hacerse amplio y hondo para abarcar las densas cuestiones de la ciencia y de la vida, reputando cualquier tipo de recompensa como algo común a la grandeza gozada y recibida.
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