lunes, 24 de octubre de 2011

POEMA XI: "DE NUEVO SE REGRESA ALA SOLEDAD"

De nuevo se regresa a la soledad, o nunca se consigue es­capar de la soledad. De la soledad del alma, de las precariedad afectiva, de la incomprensión radical a que está sujeto cada indi­viduo, ilusión y esperanza.

La vida, este vuelo precipitado y temeroso hacia la muerte, es el marco donde se teatraliza nuestro papel de guiñol, de pie­za al descubierto y capturada por ese experto aficionado que es el absurdo de todo destino. Del destino humilde y grandioso, di­latado o breve. Detrás de cualquier cosa hay soledad; detrás del éxito, soledad; detrás de la riqueza, soledad; detrás de la risa, el bullicio o la aparente gloria, la soledad, honda, fría, callada.

Insolidarios medradores, finos jugadores de ventaja, resul­ta difícil encontrar el calor que dá confianza a la aventura. La palabra honesta es una temeridad; la recta intención, un error; el deseo de bien, una ingenuidad. Negar el alma, sus virtudes, y cultivar la malevolencia, la astucia, la hipocresía, la trampa, he aquí el formidable progreso del hombre, la cosecha de siglos de civilización. El bueno, tonto; el generoso, burlado; el sabio, poco práctico, y el artista, demente. Sí, es preciso el prestigio que otorga cierta belleza, las gotas bien espesas de la mejor mal­dad. Es el triunfo convertido, de este modo, en un largo camino de claudicaciones.

Pero cualquiera que sea el juego elegido, la soledad. Es un mundo hecho a su medida. La soledad que nos ofrece el herma­no que formó su propia familia; la soledad que nos brinda el amigo que no era, ciertamente aquél que un día mereció nues­tra ternura; la soledad que trae consigo el temor a equivocar­nos, a ser imprudente, a parecer molesto.

No cabe tregua fuera de los sueños, por encima de la ima­ginación se impone la realidad más estrecha; Ocultar nuestros sentimientos en la coraza de la frialdad, los no declarados afec­tos en la cámara del hermetismo, es triste, pero inevitable. Su­cede, no obstante, que el corazón salta, se entusiasma, olvida su verdadera condición; sale fuera de sí, de pronto se ilusiona, algo le sorprende y confía, se engaña, mas al fin vuelve a su soledad tajante, escuálida y segura.

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