Este dulce sabor del amor propio satisfecho se goza al fulgor de la vieja chimenea campesina. Merece que nos extraviemos por el vasto bosque de las argucias, alternando el papel de Judas y Pilato, de víctimas a primera vista lanceables. El dolor del alma deber ser callado; cualquier cosa que se mueva -todos lo sabemos- es el enemigo, y un paso en falso la muerte súbita. Porque cada diestro chacal ha de retornar a su madriguera a la hora señalada, y está dispuesto a encarar cualquier precio a fin de seguir alimentando a sus crías. Ha nacido para el amor y el mal; la ternura para los suyos y la pezuña afilada a clavar en el primer ruido. Su crueldad está compensada -dicen los zoólogos- por la dulzura con que arropa y enseña a sus pequeños. Se trata de conseguir con su fiereza un lugar a recaudo, el paraje que todos supongan temeroso.
El silencio, la paz en bonanza, a nadie se le oculta que está hecha de cadáveres. Cada nueva vida que muge o ladra dentro del matorral se basa en infinitas muertes ¿Qué es la fortal~za de los que sobreviven? El instinto de adaptación, la astucia, una aplicación constante. Conviene desarrollar el duro arte de la cetrería, de otro modo las crías sucumbirán en las fauces del oso. Cada hombre un peligro, no «rocín flaco y galgo corredon, más bien adarga afilada y fusil a punto.
Dejemos la bondad, el particular mundo de los afectos y lealtades para determinar celebraciones. Aquí y allá revolotean espesos bancales de aves rapaces. Usemos la palabra como puntas de flechas envenenadas, preparada la artillería de las maldades más refinadas, porque en cualquier instante aparece el enemigo, y conviene mantenerle alerta, simular peligro. ¿Cómo de otro modo?
Alguien quiere .siempre tu lecho ya caliente, tu escopeta, la sombra del eucaliptus que abre el camino de tu casa; alguien acecha la mesa del comedor o el despacho, el patrimonio aún no repartido. Y no faltará quien se ofrezca para recoger tu cadáver y darle sepultura, pagando de su bolsillo todos los gastos.
El lobito amaestrado por las buenas lecturas ignora que una herencia suele arrastrar al abismo antiguos artificios de amistad y sangre. Cada uno exige más de lo que es suyo con magnífica voz de barítono. Y huelen a la víctima fácilmente detectada porque no sabe pedirlo todo, solamente su parte. Ignora que hay personas imposibles que se hacen pagar con buena moneda su gesto adusto, su altiva voz amenazante y sus inacabables juegos de escondite en torno a la presa calculada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario