lunes, 24 de octubre de 2011

POEMA XXVII: "LA VOCACIÓN"

La vocación, aún joven, ya me hizo preso, lanzando por sendas difíciles y extrañas. Cada día requería el esfuerzo dolori­do, el trabajo exigente, los tiernos sentimientos. La inquietud, insaciable -cual gaviota que clava su pico en todas las heridas­arrojaba al alma por los abismos de la meditación y la fantasía, sin tregua ni descanso.
Qué de años se fueron en perseguir la imagen, la idea y la palabra; cómo se lucha en las tinieblas. Nos espantan los presa­gios; descubrir lo que está oculto es tarea cansina y agobiante, a veces, lo mejor, es la voz exultante del mensajero que lo anun­cia.

Esta vocación me marcó con un hierro en llamas. Debía avanzar -vacilante- por confusos laberintos, desfiladeros, de­siertos en torbellinos de vientos y arenales. Ni siquiera recibí un buen consejo, el buen ánimo o la despedida cálida que se dis­pensa incluso al que parte en busca de aventuras.

A tientas, cayendo y levantando, el pico clavaba en el ro­querío imposible, en la esperanza. Ignoro -aún- quién pudo de­signarme esta .tarea, por qué fui elegido para estas pruebas y congojas. No se quiso saber cuál era mi deseo, ni se brindó na­die a ofrecerme otros planes o quehaceres. Me jugaba la vida en decisiones que otros adoptaban, sin estimar prudente pregun­tarme.

Adivinando, siempre adivinando, marché por estos derrote­ros, a la busca -no era posible la huída- de la meta que es co­mún a la partida. ¡Qué tristes los caminos no elegidos! Los pa­sos son torpes, los ojos miran con angustia un entorno de luces relampagueadoras y negros tizones amenazantes. ¡Cómo progresar, sobre chispas de intuiciones encendidas, por estos oscu­ros vacíos sin contornos!

Pero allí estaba, inerme, al terror y a la sorpresa. Sin saber­lo, mereciendo el milagro. Parecía demasiada crueldad para creerse verdadero. Ignoraba, entonces, qué mentes iluminadas y generosas habían preparado historias no conocidas, estable­ciendo rutas, cuyo absurdo es sólo aparente, entradas perfecta­mente disimuladas que conducen -apenas quiero insinuarlo- a la eternidad de la inspiración, la verdad y el éxtasis.

No hay comentarios:

Publicar un comentario