lunes, 24 de octubre de 2011

POEMA XXIX: "UNA SOCIEDAD SIN HUMILLADOS"

Una sociedad sin humillados, sin derrotas, sin vencedores y vencidos, no es un proyecto utópico, es, mas bien, una tarea fácil, simple, lógica y natural. Pero en cada momento histórico, las más torvas intenciones, declaran su ensangrentada oposi­ción. Han acaparado el poder y lo arrojan sobre la esperanza, el latido humano, el pensamiento. Aupados sobre el lado animal de cada hombre, blandiendo como argumento la ignorancia de gran parte de la humanidad, hacen extraño este empeño senti­do; sitúan en lejanía lo que es necesidad perentoria, obstruyen el cauce hacia el espíritu comunitario, hacia el hombre­humano.

y desde hace siglos corren enormes peligros cuantos osa­ron intuir el carácter hacedero de esta verdad; y, el malogrado ejemplo, el patético desenlace, se convierte en sangre de las nuevas generaciones, la luz que no debe ser mirada porque cie­ga con su destello.

Mas, furtivo, alguien escapa y esconde aquel papel, aque­llas palabras, aquellos sentimientos: la Idea. Y de nuevo pasan los meses, los años y los siglos, surgen las individualidades de la razón y el ideal, rebeldes a morir de asfixia bajo las ordenes hue­cas, las voluntades falaces o el mandato.

El ser humano no ha nacido para morir de esa forma, no es su destino sucumbir a mano de sus semejantes. La incierta aventura del universo, sí, puede ser absurda, pero este mundo, esta vida que se siente hondamente y exige un sentido, tiene una lógica y una dignidad.

Caídos en la ignominia de la fuerza, víctimas del capricho de algunos, callamos nuestro mensaje, aunque el alma hierva; callamos, pero sin dejar de comprender que la sociedad nueva, justa y libre es parte del sentido del hombre. No es sólo una ilu­sión. Es un deseo que se goza dentro del espíritu, que se medita y se sabe cierto, real, inexorable.

Todo poder es por naturaleza caduco. La voluntad no pue­de nada por sí misma. El tiempo avasalla y destruye cuanto obe­dece únicamente a impulsos de posesión y frivolidad. Pero la Idea, elaborada a partir de la experiencia, la Idea impregnada de sentimiento, no muere jamás, se renueva y resurge.

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